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MAB (Mercado Alternativo Bursátil)


¿Es el MAB para inversores de largo plazo?

Sí y no.
Por un lado, no, porque los inversores de largo plazo buscan empresas estables y sólidas, con negocios probados que les den seguridad, etc. Y esto, evidentemente, no lo proporcionan las empresas del MAB.
Pero, por otro lado, sí son para inversores de largo plazo, porque quien invierta en este tipo de empresas debe pensar en el largo plazo, no en lo que suceda en los próximos meses.
Las empresas del MAB no sirven para hacer trading, por su baja liquidez.
Las empresas del MAB están pensadas para invertir hoy y obtener dentro de unos años, si todo va bien, una rentabilidad muy superior a la que se habría obtenido en “la Bolsa” durante esos años. Y esto, lógicamente, sí es muy interesante para los inversores de largo plazo.
Entonces, ¿sí o no?
Creo que el MAB sí es adecuado para los inversores de largo plazo, pero en un porcentaje pequeño de su patrimonio. Invertir pequeñas cantidades de dinero en el MAB, con diversificación y prudencia, puede suponer un cambio importante en el patrimonio de un pequeño inversor. Pero si las cosas van mal, se puede perder todo lo invertido, por eso hay que invertir cantidades pequeñas de dinero.
Algunas cosas que creo que debe tener muy en cuenta un pequeño inversor que invierta en el MAB son:

Evitar la codicia al ver las grandes rentabilidades que se puedan producir en el MAB:

Ya ha habido en el pasado, y seguro que los habrá en el futuro, casos de empresas que multipliquen su cotización por 5 ó 10 veces en unos meses. Tanto si se ha disfrutado de estas subidas como si no, en mucha gente aparecerá la tentación de “si hubiera metido ahí todo mi dinero hace unos meses, ahora sería millonario”. Pero es imprescindible evitar esta tentación, porque junto a estos casos ha habido, hay y habrá otros de empresas del MAB que quiebren, y sus accionistas pierdan todo lo invertido. Y si “todo lo invertido” fuera “todo lo que tenemos”, en pocos meses estaríamos arruinados.

No contagiarse del miedo a las quiebras:

El MAB es capital riesgo, y es relativamente normal que haya quiebras de empresas que coticen en el MAB. Incluso si algún caso de estos nos toca, eso no debe hacernos coger miedo a “la Bolsa” y pensar que todos nuestros blue chips pueden quebrar mañana. El MAB ofrece un mayor potencial de beneficios, a cambio de un riesgo mucho mayor.
En resumen, el MAB me parece una alternativa muy interesante para un porcentaje pequeño del patrimonio de los inversores de largo plazo. No es imprescindible que todos los inversores de largo plazo inviertan en el MAB, porque no todos querrán correr estos riesgos. Pero sí es interesante, para todo aquel que lo desee, invertir pequeñas cantidades de dinero en el MAB, porque puede ofrecer rentabilidades muy superiores a las de “la Bolsa”, si las cosas van bien.

Diferencias entre las empresas del MAB y las microcaps

Las empresas del MAB tienen similitudes y diferencias con las microcaps.
La definición de microcap no es algo rígido, pero podemos entender por microcap aquellas empresas que tienen una capitalización bursátil inferior a 100-200 millones de euros, aproximadamente. Se pueden encontrar otras referencias distintas, igualmente válidas porque no es algo que esté perfectamente definido, pero más o menos por ahí anda el límite de lo que suele denominar microcap.
En cuanto a las similitudes, ambos tipos de empresas se parecen en que tienen un riesgo elevado, y que hay poca información sobre ellas. Cuando las cosas van bien, ambos tipos de empresas pueden dar rentabilidades espectaculares, pero cuando van mal, se puede perder mucho dinero.
Pero hay matices importantes.
Normalmente, las microcaps son empresas que tienen muchos años de existencia, incluso décadas, y tienen unos negocios probados en el mercado, con relativo éxito. Que los negocios existan desde hace tiempo y estén “probados” no quiere decir que sean “buenos”. Algunos pueden ser mediocres, o incluso malos, pero sí es cierto que suelen llevar desarrollándose, con mejor o peor fortuna, desde hace bastante tiempo, y siguen existiendo.
Las empresas del MAB, en muchos casos, desarrollan negocios muy nuevos, que han nacido hace poco y que no están “probados”. No están probados ni para bien ni para mal.
Es decir, los negocios de algunas empresas del MAB pueden ser una idea aparentemente muy buena, pero que no tenga ningún éxito en el mercado, y al poco tiempo la empresa quiebre y desaparezca. Hay ideas que suenan muy bien y parece que van a ser un éxito, pero al llevarlas al mercado fracasan, incluso sin que las razones de ese fracaso estén claras, y dicho fracaso sea una sorpresa para casi todo el mundo. Esto es más difícil que suceda con una microcap, porque suelen llevar años desarrollando su negocio.
Por otro lado, que los negocios del MAB no estén probados también significa que no se sabe lo que pueden dar de sí en caso de que triunfen, y si las cosas van bien la rentabilidad puede ser muy superior a la de las microcaps. Porque los negocios de las microcaps se conocen más y, dentro de lo cabe, se tiene una idea más concreta de lo que se puede esperar de ellos cuando van bien.
Con los principales accionistas y directivos de estas empresas sucede algo similar. Los principales accionistas y directivos de las empresas del MAB suelen tener menos edad y menos experiencia que los de las microcaps. Los del MAB pueden cometer más errores por su menor experiencia, pero también pueden ser gente con ideas muy nuevas y mucha valía que aún no conozca la comunidad inversora, y dentro de unos años estén entre los directivos más valorados de España por lo que han conseguido con lo que una vez fue una pequeña empresa que crearon de la nada.
En la práctica esto quiere decir que es bastante más probable que quiebre una empresa del MAB que que lo haga una microcap. No es que las microcaps sean lo que habitualmente se entiende por una inversión segura, pero su probabilidad de quiebra es menor que la de las empresas del MAB.
Y también quiere decir que las empresas del MAB que lo hagan bien de verdad alcanzarán rentabilidad espectaculares, muy superiores a las que suelen obtenerse normalmente con las microcaps (cuando las cosas van bien en este tipo de empresas, se entiende).

Diferencias entre valorar una empresa del MAB y una empresa de “la Bolsa”

Desde el punto de vista teórico, no hay diferencias. El mismo proceso que cada inversor realice para determinar si invierte en Coca Cola, Adidas o Inditex lo deberá realizar para decidir si invierte o no en una empresa del MAB.
Pero hay que tener en cuenta que estamos hablando de magnitudes muy distintas, y eso sí marca ciertas diferencias al interpretar la información.
Para que Coca Cola o Telefónica multipliquen por 5 ó 10 veces su beneficio ordinario, tiene que cambiar el mundo. Ha sucedido en muchas ocasiones en el pasado, y volverá a suceder en el futuro, pero no de un año para otro. Ni en cuestión de 2 ó 3 años. Un crecimiento así es algo que lleva su tiempo.
Sin embargo, una empresa que gana 100.000 euros este año, puede ganar el año que viene 1.000.000 de euros, ó más. Esto es multiplicar su beneficio por 10 veces, lo cual, para los parámetros habituales de la Bolsa, es “muchísimo”. Pero, visto de otra forma, la diferencia son “sólo” 900.000 euros, lo que cuestan muchos pisos en España, que es “poquísimo” para las cifras habituales que se manejan en Bolsa.
Por eso, la interpretación de los ratios, como el PER, la rentabilidad por dividendo y muchas otras, hay que hacerla de forma distinta en el MAB.
Un PER de 50 para McDonalds puede considerarse “mucho”, pero un PER de 50 para una empresa del MAB en un año (o incluso 6 meses) se puede convertir en un PER de 5, ó incluso de 1.
Lo dicho para el PER vale para todos los demás ratios.
Las expectativas, y las realidades, en el MAB son mucho más variables que en las empresas “normales” que cotizan en Bolsa. Pero mucho más variables, sin comparación. Para bien y para mal.
Por eso, probablemente, en el MAB es más importante el hecho de que el proyecto y sus perspectivas de crecimiento convenzan, y las cifras sean razonables, que el marcar límites estrictos tipo “comprar si el PER es inferior a X, el EV / EBITDA no supera las Y veces, etc”. Porque esas cifras pueden cambiar de magnitud en muy poco tiempo.
Hay que tener en cuenta que la misma “poca” distancia, 900.000 euros, hay de 1 millón a 100.000 euros. Es decir, a poco que a una empresa de estas se le tuerzan las cosas, su beneficio puede caer mucho, o incluso entrar en pérdidas, en muy pocos meses. El riesgo no es bajo en el MAB.

Diferencias técnicas entre el MAB y “la Bolsa”

El MAB es muy parecido a “la Bolsa”. De hecho es parte de “la Bolsa”. Pero el pequeño tamaño de sus empresas hace que el MAB tenga ciertas particularidades que es bueno conocer:

Las acciones del MAB no suelen cotizar durante toda la sesión:

Normalmente, las empresas del MAB sólo marcan 2 cambios en cada sesión bursátil, uno a las 12:00 horas y otro a las 16:00 horas. La forma de marcar estos cambios es similar a las subastas de apertura y cierre del resto de empresas que cotizan en Bolsa.
Cuando una empresa del MAB alcanza una buena liquidez, sus acciones pueden cotizar a lo largo de toda la sesión, igual que sucede con Telefónica o Ferrovial, por ejemplo. Las primeras empresas del MAB que empezaron a cotizar a lo largo de toda la sesión fueron Gowex y Carbures.

El MAB tiene poca liquidez, incluso para los pequeños inversores:

En cada uno de esos 2 cambios diarios, normalmente se negocia bastante poco dinero. “Bastante poco” son unos pocos miles de euros, en muchas ocasiones sólo 1.000 ó 2.000 euros. Incluso muchas veces no se llega a marcar cambio.
Un pequeño inversor que quiera hacer una inversión de 5.000 ó 10.000 euros en el MAB, en muchas ocasiones tendrá que repartir esa inversión en varias compras, porque no podrá hacerlo en una sola. Otras veces sí podrá comprar o vender 20.000 euros de una sola vez, por ejemplo, pero hay que tener siempre en cuenta que se negocian cantidades bajas, para optimizar el gasto en comisiones.
En la práctica, lo que debe hacerse antes de dar una orden de compra o de venta en el MAB es mirar las posiciones de compra y de venta, y procurar ajustarse a ellas.
Por ejemplo, si queremos comprar 2.000 acciones a 1,05 euros y vemos que a la venta hay 1.800 acciones a 1,05 euros, por el tema de la eficiencia en comisiones probablemente sea mejor dar una orden de compra de 1.800 acciones, y reducir un poco la inversión prevista. En caso contrario, nos cobrarían una nueva comisión por comprar esas 200 acciones restantes al día siguiente, por ejemplo.
Si en otra ocasión tenemos pensando comprar 4.000 acciones de una empresa en dos veces (2.000 acciones cada vez), para utilizar la diversificación temporal y al dar la primera orden de compra vemos que hay a la venta 2.300 acciones al precio que queremos, probablemente sea mejor comprar en esta primera ocasión esas 2.300 acciones, por si acaso en la próxima vez que vayamos a comprar no hay 2.000 acciones a la venta.
Esto reducirá, a la larga, el importe de comisiones que pague el inversor al invertir en el MAB, pero hay que tener en cuenta que las posiciones pueden cambiar en cualquier momento, lo cual implica que es posible que nosotros veamos que hay 1.800 acciones a la venta, demos la orden de compra, y a la hora de marcarse el cambio veamos que se han comprado sólo 1.000 acciones (porque se redujeron las acciones a la venta antes de marcarse el cambio real y ejecutarse las órdenes), o que se podían haber comprando 5.000 acciones (porque llegaron nuevas órdenes de venta a ese precio en el último momento).
Mirar las posiciones de compra y de venta antes de dar la orden no es un método infalible, pero ayudará a evitar que las órdenes se “partan” por falta de liquidez, y aumente el importe de las comisiones que nos cobren.

El análisis técnico tiene una utilidad limitada en el MAB:

Tampoco es que no sirva para nada, pero una de las premisas fundamentales del análisis técnico es que funciona mejor cuanto mayor es la liquidez del activo que se analiza. La liquidez en el MAB, como acabamos de ver, es especialmente baja, y por eso el análisis técnico es poco fiable.

Los requisitos de información del MAB son inferiores a los de “la Bolsa”:

Las empresas del MAB no presentan cuentas cada trimestre, sino cada 6 meses. Además, tienen menos controles, porque esos controles tienen un precio, que no es asequible para estas empresas tan pequeñas. El MAB facilita la cotización en Bolsa de esta empresas, a costa de rebajar los requisitos de información, controles realizados, etc. Esto es un mayor riesgo para el inversor, pero es inevitable, porque con los mismos estándares que en la Bolsa “normal”, las empresas del MAB no podrían cotizar.

Las empresas que salgan a cotizar al MAB deben estar en procesos de expansión:

Otra cosa es que esos procesos de expansión tengan éxito o no. Pero las empresas que salen al MAB no son empresas tipo “estamos facturando 2 millones de euros, y esperamos que todo vaya bien y dentro de 10 años estemos facturando 2 millones y medio de euros”. Para salir al MAB hay que tener planes de expansión de relevancia en relación al tamaño de la empresa.

Diferencias entre el MAB y el capital riesgo

El MAB pone el capital riesgo al alcance del pequeño inversor.
Antes de la creación del MAB, en Julio de 2009, para un pequeño inversor era prácticamente imposible invertir en este tipo de empresas, por muchos motivos:
  1. El importe mínimo que se exige en una operación de capital riesgo suele ser de varias decenas de miles de euros, a veces incluso varios cientos de miles de euros.
  2. No es fácil saber cuándo y quién vende acciones en una operación de capital riesgo. Esta información suele estar en círculos muy reducidos, a los que no tiene acceso un pequeño inversor.
  3. Conseguir información para analizar la empresa y decidir si se invierte, y después para seguir su evolución, también es muy complicado, casi imposible para un pequeño inversor.
  4. Si difícil sería comprar para un pequeño inversor, más difícil sería vender, porque tendría que encontrar un comprador, negociar el precio cara a cara con él, etc.
El MAB soluciona muy bien todos estos problemas:
  1. La inversión mínima en el MAB es 1 acción, como en la Bolsa normal y corriente, que puede costar incluso menos de 1 euro. Lógicamente, por el tema de las comisiones, lo recomendable es que se hagan compras de al menos algunos cientos de euros, igual que sucede con las acciones de Iberdrola o de cualquier otra empresa que cotice en Bolsa.
  2. En el MAB compradores y vendedores ponen sus órdenes de compra y de venta en un mercado electrónico, igual que sucede con las acciones de Telefónica o de Procter & Gamble.
  3. Las empresas del MAB están obligadas a publicar sus resultados en sus páginas web, por lo que cualquier persona puede acceder a esa información desde cualquier lugar del mundo.
  4. Vender es igual de fácil que comprar en el MAB.
Como vemos, algo que antes era prácticamente imposible para el pequeño inversor, desde la creación del MAB es tan fácil como comprar acciones de cualquier gran empresa que cotice en Bolsa.

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