Al hilo de las recientemente celebradas elecciones municipales me gustaría comentar algunos contrastes entre los dos sistemas de organización municipal. Para hacer más digerible el tocho voy a separar tres aspectos en los que existe un contraste notable: principio de eficacia vs respeto a la historia, fraccionamiento del poder frente a estado de partidos, y la muy diferente manera de afrontar los retos de la profesionalización en la gestión municipal.
En USA prima el principio de eficacia, en España prima la historia
En primer lugar, en USA todo el territorio está dividido en Condados, pero no todo el territorio está constituido en municipios. Los lugares sin suficiente población o entidad son gestionados directamente por el condado -más o menos equivalente a nuestras diputaciones provinciales aunque, a diferencia de estas, los condados se eligen directamente por los ciudadanos- Esto ayuda muchísimo a la eficacia administrativa: no tiene sentido económico tener municipios con 20 ó 200 ó 2000 habitantes, por la simple razón de que la diminuta dimensión económica del municipio hace imposible alcanzar la masa crítica imprescindible para organizar y financiar proyectos y servicios mínimamente profesionalizados y eficaces.
En España mantenemos una estructura de más de 8000 municipios por puro y simple tributo a la historia. Pero respetar tanto el pasado nos conduce a despilfarrar cada año nuestros impuestos en estructuras que son intrínsecamente ineficaces por razón de su pequeño tamaño.
El sistema español concentra el poder en los partidos. El americano lo reparte y busca contrapesos.
En España, la elección del alcalde no es directa. Los españoles no votan a su alcalde, aunque muchos crean hacerlo: votan, en lista cerrada, a los concejales de un determinado partido político. Y luego son los concejales electos los que, a su vez, eligen de entre ellos quién deba ser el alcalde (por eso al día de hoy no se sabe quién lo será en Madrid ni en Barcelona)
Tampoco podemos los españoles elegir directamente representantes ni gestores en las diputaciones provinciales.
La consecuencia de este sistema es que el partido ganador -o los que pacten para alcanzar mayorías- se lo lleva todo: el poder legislativo - los concejales, que en el sistema de separación de poderes son los que aprueban los presupuestos donde están los proyectos concretos- y el poder ejecutivo -alcalde- que en el sistema de separación de poderes se gasta el presupuesto y ejecuta materialmente esos proyectos. En España los mismos concejales y alcalde que aprueban el presupuesto son los encargados de ejecutarlo, imposibilitando estructuralmente que pueda existir ningún tipo de contrapeso en la estructura de poder municipal. Esa ausencia estructural de contrapeso político se intenta suplir mediante ciertos funcionarios en teoría vitalicios que son los que se encargan de asegurar el cumplimiento de la legalidad.
Frente al español, en USA hay dos sistemas diferentes. En ambos, la figura del Major -alcalde- y los miembros del Council se eligen en elecciones separadas. Y en ambos la elección de los miembros del Council se hace por distritos según un sistema mayoritario: solo una persona puede representar al distrito y el que que tiene más votos, gana, de tal manera que necesariamente se deben a sus electores y no, como en España, a la persona que les ha situado en las listas del partido.
Además, en otra diferencia con España, en muchos municipios las figuras del Town Clerk-una especie de secretario que puede tener muy diferentes funciones, incluyendo la de vicealcalde- y del Tesorero municipal son también electivas, fraccionando aún más el poder ejecutivo y reforzando los contrapesos. Todo eso achica enormemente las posibilidades de corrupción.
En España, la concentración del poder en el partido ganador multiplica esas posibilidades, al no existir contrapeso de clase alguna.
(Sigue en diferente post)
En USA prima el principio de eficacia, en España prima la historia
En primer lugar, en USA todo el territorio está dividido en Condados, pero no todo el territorio está constituido en municipios. Los lugares sin suficiente población o entidad son gestionados directamente por el condado -más o menos equivalente a nuestras diputaciones provinciales aunque, a diferencia de estas, los condados se eligen directamente por los ciudadanos- Esto ayuda muchísimo a la eficacia administrativa: no tiene sentido económico tener municipios con 20 ó 200 ó 2000 habitantes, por la simple razón de que la diminuta dimensión económica del municipio hace imposible alcanzar la masa crítica imprescindible para organizar y financiar proyectos y servicios mínimamente profesionalizados y eficaces.
En España mantenemos una estructura de más de 8000 municipios por puro y simple tributo a la historia. Pero respetar tanto el pasado nos conduce a despilfarrar cada año nuestros impuestos en estructuras que son intrínsecamente ineficaces por razón de su pequeño tamaño.
El sistema español concentra el poder en los partidos. El americano lo reparte y busca contrapesos.
En España, la elección del alcalde no es directa. Los españoles no votan a su alcalde, aunque muchos crean hacerlo: votan, en lista cerrada, a los concejales de un determinado partido político. Y luego son los concejales electos los que, a su vez, eligen de entre ellos quién deba ser el alcalde (por eso al día de hoy no se sabe quién lo será en Madrid ni en Barcelona)
Tampoco podemos los españoles elegir directamente representantes ni gestores en las diputaciones provinciales.
La consecuencia de este sistema es que el partido ganador -o los que pacten para alcanzar mayorías- se lo lleva todo: el poder legislativo - los concejales, que en el sistema de separación de poderes son los que aprueban los presupuestos donde están los proyectos concretos- y el poder ejecutivo -alcalde- que en el sistema de separación de poderes se gasta el presupuesto y ejecuta materialmente esos proyectos. En España los mismos concejales y alcalde que aprueban el presupuesto son los encargados de ejecutarlo, imposibilitando estructuralmente que pueda existir ningún tipo de contrapeso en la estructura de poder municipal. Esa ausencia estructural de contrapeso político se intenta suplir mediante ciertos funcionarios en teoría vitalicios que son los que se encargan de asegurar el cumplimiento de la legalidad.
Frente al español, en USA hay dos sistemas diferentes. En ambos, la figura del Major -alcalde- y los miembros del Council se eligen en elecciones separadas. Y en ambos la elección de los miembros del Council se hace por distritos según un sistema mayoritario: solo una persona puede representar al distrito y el que que tiene más votos, gana, de tal manera que necesariamente se deben a sus electores y no, como en España, a la persona que les ha situado en las listas del partido.
- En un primer sistema, la figura del Major tiene funciones realmente ejecutivas, y esto puede conducir perfectamente a que el Major (el que tiene que gastarse y ejecutar el presupuesto) y el Council (el que tiene que aprobarlo) tengan distinto color político, como si Carmena tuviera que ejecutar un presupuesto del PP
- En un segundo sistema, la figura del Major es puramente simbólica y es el Council el que se encarga también de la función ejecutiva mediante la contratación de un profesional externo -manager- La relación entre uno y otro es de dependencia: el Council contrata y el Council despide si no le gusta la gestión del manager. En este sistema, no hay separación de poderes, pero importa mucho destacar que el manager es siempre un gestor profesional.
Además, en otra diferencia con España, en muchos municipios las figuras del Town Clerk-una especie de secretario que puede tener muy diferentes funciones, incluyendo la de vicealcalde- y del Tesorero municipal son también electivas, fraccionando aún más el poder ejecutivo y reforzando los contrapesos. Todo eso achica enormemente las posibilidades de corrupción.
En España, la concentración del poder en el partido ganador multiplica esas posibilidades, al no existir contrapeso de clase alguna.
(Sigue en diferente post)
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