Las inversiones “sentimentales” son un error. No se debe comprar o mantener un inmueble, una tierra, un solar, las acciones de determinada empresa, etc. sólo porque nos recuerdan de alguna forma a algún antepasado ya fallecido. Bien porque fueran suyas o bien porque a dicho antepasado le habría gustado adquirir en su momento dichas propiedades.

Los recuerdos y los sentimientos no dependen de las cosas materiales y no desaparecen al venderlas.

Cualquier persona desea que sus herederos vivan lo mejor posible y sean felices, no que mantengan o compren ciertas propiedades a costa de empeorar (o no mejorar) sus condiciones de vida, enfrentarse a un sin número de problemas durante largo tiempo, etc.

Piense que a su antepasado le importa usted infinitamente más que ese inmueble, esa tierra o esas acciones, por mucho que le gustaran estos activos materiales. Si su abuelo, su padre, etc. tuviera que elegir entre usted y cualquier cosa material sin duda le elegiría a usted, así que no hipoteque, empeore o estanque su vida por ninguna cosa material por muchos recuerdos que tenga asociados a ella.

Hay casos de personas con un patrimonio muy importante a los que mantener una inversión “sentimental” no les supone el más mínimo trastorno en su vida, y en estos casos está bien que mantenga esa propiedad si así lo desea.

Pero si el precio de mercado de esa propiedad es importante para usted y mantenerse unido a ella no tiene lógica económica no está haciendo ningún bien a nadie perjudicándose a sí mismo; ni a su antepasado, ni a usted ni a sus futuros herederos.

Mucha gente tiene la sensación de que cuanto más sofisticada y difícil de entender sea una inversión mayor será su rentabilidad pero no es así.

En primer lugar hay muchas inversiones muy complicadas y muy sofisticadas que en el mejor de los casos darán una rentabilidad mediocre.

Y en segundo lugar y más importante cuanto menor sea el conocimiento de un inversor sobre las inversiones que realiza mayores serán sus probabilidades de equivocarse y perder dinero.

En mi opinión no es que ante la duda deban preferirse las inversiones conocidas sobre aquellas que se conozcan poco o nada, sino que estas últimas deben descartarse totalmente. Da igual lo que se oiga o se lea sobre las bondades de una inversión que no se conoce, debe evitarse completamente al menos hasta que se haya adquirido el conocimiento suficiente para determinar si esa inversión es tan buena como dicen o no.

La mayoría de las personas que pierden dinero han invertido en cosas cuyo funcionamiento y características desconocían.

Antes de invertir en cualquier cosa hay que realizar una estimación sobre los riesgos que se corren y el beneficio que se puede esperar. Asimismo hay que poder determinar (sin pretender llegar a la perfección) si esa inversión a los precios actuales de mercado está infravalorada o sobrevalorada. Si no se conoce suficientemente la inversión que se va a realizar no se puede llegar a estimar ninguna de estas cuestiones, e invertir así es invertir a ciegas y con grandes probabilidades de perder una buena parte del dinero invertido, si no todo.

En teoría cuanto mayor sea la formación académica de la persona mayores serán sus ingresos, pero en la práctica esta relación no es tan directa.

En realidad los ingresos que percibe una persona por su trabajo dependen más del valor que realmente aporta con dicho trabajo. En principio las personas más cualificadas pueden aportar un mayor valor, pero sucede que no todos los títulos aumentan la cualificación real, útil y práctica de las personas.

Muchos títulos y estudios aumentan la cualificación de la persona que los obtiene pero no tienen una utilidad económica directa.

Y además hay que tener en cuenta las leyes de la oferta y la demanda. Si en un momento determinado hay exceso de personas con alta cualificación que buscan trabajo y escasez de personas que estén dispuestas a realizar determinados trabajos de una cualificación inferior es muy posible que estas últimas tengan una remuneración superior a las primeras.

No se trata de desincentivar a las personas que lean estas líneas para que no aumenten su cualificación sino de que elijan bien los títulos y cursos que van a seguir, porque el saber no ocupa lugar pero sí tiempo y la mera acumulación de títulos no asegura tener unos ingresos superiores a la media.