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Frases famosas


Un inversionista pierde la capacidad de raciocinio cuando gana los primeros diez mil dólares. A partir de entonces se convierte en un pelele fácilmente manipulable (André Kostolany)

Esto no sucede siempre, pero sí en algunas ocasiones. La frase se refiere al caso de personas que realizan una buena operación nada más comenzar a invertir o hacer trading debido a un golpe de suerte e inmediatamente llegan a la conclusión de que “esto es fácil”. Debido a eso no se molestan en adquirir más conocimientos y a largo plazo pierden mucho más dinero del que ganaron inicialmente.
No es algo que le suceda a todo el que empieza con buen pie en la Bolsa, depende de la personalidad de cada uno.
Aprender a invertir es algo asequible a todo el mundo, pero ni es cuestión de suerte ni se pueden obtener buenos resultados a largo plazo sin haberse preparado.

Las palabras más útiles en bolsa son: quizá, según se espera, posiblemente, podría ser, no obstante, a pesar, ciertamente, yo creo, yo opino, pero, posiblemente, me parece... Todo cuanto se cree y dice es condicionado (André Kostolany)

Mucha gente, al pedir consejos para sus inversiones quiere saber exactamente cuál es la empresa que más va a subir este año, a cuánto cotizará Telefónica a final de año, si Iberdrola ha hecho ya el mínimo, a cuánto bajará el Banco Popular antes de volver a subir, etc.
Pero el mundo de la Bolsa no es un mundo de exactitudes, sino de probabilidades y estimaciones. Por ejemplo, para ganar dinero a largo plazo es suficiente con llegar a estimar que una empresa es buena , está barata y su negocio crecerá en los próximos años. Sería ideal saber exactamente cómo de buena es la empresa, si estará más barata o no en el futuro y cuánto crecerán exactamente sus beneficios, pero no es realista.
Es preferible tener buenas aproximaciones que datos exactos que no se van a cumplir.

Sube la bolsa, acude el público; baja la bolsa, el público se marcha (André Kostolany)

Esta frase alude al hecho de que muchas personas suelen tomar sus decisiones tras un movimiento fuerte de la Bolsa, pensando que ese movimiento va a continuar de forma indefinida sin ninguna corrección.
Por ejemplo, tras una fuerte subida mucha gente entra en la Bolsa “porque” ha subido mucho, y tras una fuerte bajada venden “porque” ha bajado mucho.
En la mayoría de las ocasiones las personas que compran o venden siguiendo este razonamiento toman las decisiones erróneas.
La Bolsa no se mueve en línea recta, sino con altibajos. Es mucho más sensato aprovechar las caídas para comprar, siempre que se trate de valores de calidad, y las subidas para vender.
En algunas ocasiones se han desarrollado grandes tendencias en las que, tras una fuerte subida inicial, han venido subidas aún más fuertes. Esto se produce cuando la economía sufre grandes cambios estructurales que suponen mejoras decisivas y permanentes para la economía. Pero en estas raras ocasiones la expresión correcta sería comprar “a pesar” de que la Bolsa ha tenido recientemente una fuerte subida (y después de haber analizado la situación cuidadosamente), no “porque” acaba de tener una fuerte subida.
Estos inversores que compran y venden a destiempo ayudan a con sus decisiones a que los movimientos de la Bolsa alcancen puntos más extremos. La gente que compra tras una fuerte subida de la Bolsa provoca que las cotizaciones suban aún más, antes de darse la vuelta. Y las que venden tras una fuerte bajada están provocando caídas adicionales.

No hay que seguir los acontecimientos con los ojos, sino con la cabeza (André Kostolany)

Los inversores reciben grandes cantidades de información. Lo correcto es extraer la información que consideren útil para su caso personal, analizarla y tomar las decisiones oportunas en base a dicho análisis. Esto sería seguir los acontecimientos con la “cabeza”.
Otra postura, menos aconsejable, es no analizar la información que se recibe y comprar cuando la Bolsa sube o vender cuando la Bolsa baja. Esto sería seguir los acontecimientos con los “ojos”.
No hay que dejarse llevar por lo que hagan la mayoría de los inversores sin analizar las razones que pueda haber, o no, detrás de esas decisiones.

No hay que creer que los demás, cuando compran masivamente unas acciones, saben más o están mejor informados. Sus causas pueden ser tan diferentes que es prácticamente imposible sacar consecuencias de ello (André Kostolany)

Cada inversor debe tomar sus propias decisiones y responsabilizarse de ellas. Además, es el que mejor conoce su situación personal y su estrategia de inversión. No se puede “delegar” la responsabilidad en el resto de inversores y comprar cuando los demás compran o vender cuando los demás venden.
Hay una historieta que ilustra cómo se orginan muchos movimientos bursátiles de corto y medio plazo:
En una calle hay dos bares vacíos de similares características y llega un potencial cliente que se decide por uno de ellos sin ninguna razón especial, simplemente porque no puede entrar en los dos a la vez. Al llegar un segundo cliente ve que en uno de los bares hay una persona y el otr está vacío, por lo que entra en el que ya hay una persona pensando que habrá elegido ese bar por algo, el precio, un mejor servicio, etc. El tercer cliente sigue sigue el mismo razonamiento y piensa que los dos primeros habrán tomado su decisión por alguna razón sólida y se fía de su criterio. Al cabo de un rato uno de los bares está lleno y el otro sigue vacío, ya que para los sucesivos clientes cada vez está más claro que no puede ser casualidad que todos los clientes estén en uno de los bares y el otro esté vacío. La elección al azar del primer cliente determinó las posteriores decisiones de todos los demás, que no se pararon a comparar los precios, servicios, productos, etc. de ambos bares pensando que otros ya lo habían hecho por ellos.
El problema no es sólo que los demás puedan equivocarse, sino que pueden estar tomando la decisión correcta para otras estrategias que no tienen nada que ver con la nuestra, resultando ser un error en nuestro caso lo que mismo que para otros es un acierto.
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